El verano nos ha sentado de maravilla, nuestro organismo se ha cargado de energía y nos encanta el colorcito dorado que hemos cogido. Pero el sol también ha pasado factura a nuestra piel, que se ve más reseca, deshidratada, con más impurezas y, quizás, con más manchas de lo habitual.
Aunque no hemos tocado una playa sin embadurnarnos de fotoprotector y hemos evitado a toda costa que los rayos UVA y UVB no nos dañaran, la piel se ha acabado descamando. Con el calor hemos absorbido y expulsado más agua de nuestro cuerpo, por lo que las reservas de líquido se han quedado bajo mínimos. Esto ha creado cambios en la textura de la dermis, que presenta un aspecto áspero, gris y apagado.
En el rostro, además, pueden haber aparecido manchas solares, tipo léntigo o melasmas, pruebas de que el sol ha hecho estragos en nosotros. Pero no hay que alarmarse, ahora podemos solventar las secuelas (malas) del verano. Si durante el verano éramos muy conscientes de la importancia de protegerse la piel, una vez terminado el periodo estival la Asociación Española de Dermatología y Venereología recomienda un cuidado aún más exhaustivo de la misma.
Cómo recuperar la salud dérmica después del verano
Es el momento de aprovechar los beneficios que nos ha aportado la relajación de estos días y disfrutar (aunque poco) del tiempo libre para comenzar un tratamiento de hidratación y oxigenación que nos permitirá prolongar el bronceado y recuperar la salud en la piel.
- Limpiar en profundidad: lo primero que tenemos que hacer es borrar las impurezas del rostro, eliminar las espinillas y limpiar los poros. Aplicar un producto exfoliante no agresivo, en suaves circulitos sobre la cara y escote, y luego retirarlo con agua templada. A continuación extender un poco de tónico con un disco de algodón, que hará que los poros se cierren y estén a salvo de suciedad. Con esto mejorará la fineza de la textura y se activará la producción de colágeno, que evita la aparición de arrugas.
- Dar una hidratación extra: si la piel está a deshidratada puede aparecer la temida piel de lagarto, sobre todo en las zonas olvidadas, como los talones, los codos y las rodillas. Es aconsejable aplicar cosméticos con componentes reestructurantes, como la manteca de karité, cuyas propiedades hidratantes regeneran esas zonas más castigadas al impedir que se evapore el agua del interior de la dermis. No hay que olvidar el rostro: usar fórmulas hidratantes según las características de tu piel dos veces al día, por la mañana y por la noche.
- Tratar las manchas en la piel: entrados ya en septiembre puede que las manchas se hayan acentuado o hayan reaparecido con fuerza, por lo que es aconsejable tratarlas con especial atención. Es mejor esperar a que haya desaparecido el moreno de la piel para empezar el tratamiento. Una vez se haya perdido el bronceado, aplicar en los zonas más oscuras cremas con sustancias vegetales regenerativas, como el tepezcohuite, capaz de estimular las células y repigmentar la piel.
- Cuidar la alimentación: la piel es un reflejo de nuestra salud interior, así que si queremos mantenerla sana y bonita hay que prestar mucha atención a lo que comemos. Los expertos recomiendan una dieta equilibrada que incluya alimentos con vitamina A y C, como las zanahorias y los carotenos, que devuelven la hidratación, la elasticidad y luchan contra el fotoenvejecimiento. Además, para las pieles maduras se aconseja consumir proteínas (como el pescado y la carne magra) que evitan la pérdida de masa muscular y flacidez.
Con estas recomendaciones notaremos como nos sobreponemos a los efectos del verano. Y es que septiembre es una oportunidad idónea para que nuestra mente se cargue de nuevas energías y la piel recupere su salud y su belleza natural.aceites, Belleza, cosmetica ecologica, cosmetica natural, cremas, cuidado piel, manchas, vegana