Sabemos lo importante que es la hidratación y nutrición de la piel para que esté sana por dentro y bonita por fuera. Sin embargo, ¿no te pierdes ante el gran abanico de cosméticos que hay en el mercado? Cremas hidratantes, nutritivas, aceites, protectores, sérums… La clave para escoger una fórmula u otra está en saber qué necesita nuestra piel.
De acuerdo con los expertos, una epidermis saludable y equilibrada debe contener un 13% de agua, el 70% de proteínas y un 15% de lípidos. Con estos niveles el rostro no se ve ni flácido ni seco, ya que está bien hidratado y bien nutrido. Pero, ¿conocemos bien la diferencia entre hidratación y nutrición?
Cremas hidratantes: Agua para la piel
La hidratación significa aportar agua a la piel. Es decir, ofrecer a nuestra dermis la bebida vital que necesita para su salud y, por tanto, que no esté tirante, descamada o grisácea. Las temperaturas extremas (tanto frío como calor), los rayos ultravioletas del sol, así como el envejecimiento y el uso de jabones agresivos son los principales responsables de la deshidratación en la piel.
Con el fin de mitigar estos efectos, la Academia Española de Dermatología y Venereología aconseja aplicarse cremas hidratantes a diario, que devuelva la elasticidad y suavidad al rostro. Asimismo recomienda usar emulsiones que contengan sustancias de acción higroscópica y oclusiva, que retienen el agua de la piel e impiden su evaporación.
Las cremas hidratantes son imprescindibles siempre, sea cual sea nuestro tipo de piel, puesto que restablecen la función de barrera en la epidermis (la capa más superficial) y mantienen el nivel necesario de HO2 en el tejido. Suelen ser fórmulas más ligeras, compuestas de aceite en agua, y que se aplican de día.
Cremas nutritivas: Alimento para la piel
La nutrición es dar comida a la piel, es por tanto, aquello que le da cuerpo, forma y relleno al tejido. Nutrir la dermis nos ayudará a fortalecer su capa córnea y a que luzca más resistente frente al paso de los años. Las fórmulas nutritivas, también conocidas como reestructurantes, retrasan y minimizan las huellas de la edad, como son: el declive en la producción de células, las arrugas y flacidez.
La función de estos tratamientos es favorecer la unión del agua a las proteínas de la membrana celular y mejorar la resistencia de la epidermis ante las agresiones externas.
Además, las emulsiones nutritivas aportan una dosis extra de sebo a las pieles más maduras y más estropeadas por el sol, que no segregan suficientes glándulas sebáceas. Es por eso que estas fórmulas suelen tener una textura más untuosa y grasa (contienen lípidos) y se aplican de noche, cuando la renovación celular es más rápida.
Con todo esto vemos que, aunque hidratantes y nutritivas son dos tratamientos esenciales que nos ayudan a mimar la dermis, no buscan el mismo resultado. En función de lo que nos dicte nuestra piel, optaremos por uno o por otro. Así, ¿cuál crees que te conviene más?