Los tiempos cambian y las costumbres con ellos. Cada vez es menos válida la expresión “Yo lo hacía así”. Y es que si lees un poco y te nutres con buena información, la que dan los y las profesionales de referencia, pondrás en tela de juicio todo lo aprendido hasta ahora. Y no solo es una cuestión de costumbres. Con el tiempo también se investiga y se profundiza más y mejor sobre las diferentes materias primas de los productos que consumimos. Esto ha provocado que haya productos que ya no existan y otros que no se usen igual. ¿Quién no ha escuchado a su madre o su padre decir alguna vez eso de “pues a mí me funcionaba”? Es tiempo de reeducarse porque lo que ayer era bueno, hoy no lo es.
En la cosmética natural y ecológica ocurre exactamente lo mismo. Las viejas recetas de cosmética casera habría que pasarlas por una lupa científica para saber si cumplen con lo que prometen. Mirar, desde una base científica, si lo que decían nuestros antepasados se basa en una verdad científica o no.
Esta idea de lo que ayer era bueno y hoy no lo es (y viceversa) se explica muy bien en este artículo del nutricionista Juan Revenga que pone como referencia la maleta de Asimov, un bioquímico y político ruso. Es una lectura interesante que profundiza sobre este tema. Aún así, nuestra función en este blog de cosmética natural es ofreceros información buena y contrastada. Y lo vamos a hacer a base de ejemplos. Estos son algunos de los ejemplos de eso que decimos en el título: “lo que ayer era bueno, hoy no lo es”.
- La mercromina. Era un antiséptico que estaba en todas las casas desde los años 30 hasta bien entrada la década de los 90. A cualquier persona de una cierta edad le han limpiado las heridas con este producto que, a veces, era mucho más aparatoso que la propia sangre de la herida. Aún así, con el paso del tiempo su uso ha ido cayendo. Los componentes de la mercromina, el bromo y el mercurio, si se consumen por accidente son peligrosos por un alto grado de toxicidad. También provocan más reacciones alérgicas o hipersensibilidad en la piel que otros productos más utilizados hoy en día como la cristalmina o el betadine.
- Termómetro de mercurio. Es otro claro ejemplo de que los avances científico tecnológicos mejoran nuestra vida y hacen mucho más seguro nuestro entorno. Desde 2014 está prohibida la venta de estos termómetros por normativa europea. Y es básicamente por dos razones: un riesgo evidente para la salud humana y un producto que deteriora el medio ambiente por su toxicidad.
- El radio. Hubo una época, hasta los años 30, que infinidad de productos llevaban este elemento químico descubierto por Marie Curie. Se puso de moda: había mantequilla con radio, cigarrillos, cerveza, chocolate, condones, supositorios, gelatina… Se le daba promoción como cura para todo tipo de males desde la ceguera hasta la depresión. Pero el radio es extremadamente radioactivo, un millón de veces más que el uranio. Lógicamente hoy en día no ocurre lo mismo y sería una locura usarlo.
- El bote de crema azul como protector solar. En muchas casas no podía faltar esta crema que tuvo tanta fama y que se usó para casi todo. Entre esos usos, estaba el de protector solar. Y no, por supuesto que no tiene factor de protección ni está pensado para ello. Hoy en día estamos seguras de que con el tema de la protección solar estamos bastante concienciadas y cada vez serán menos las personas que no usen protector o usen productos que no son recomendables para ello.
Estos son algunos pero existen más ejemplos, dentro y fuera de la cosmética tradicional y la cosmética natural y ecológica. Ejemplos que os ofreceremos en la segunda parte de este artículo.
Mientras, ¿conocéis vosotras algún ejemplo de lo que ayer era bueno, hoy no lo es y viceversa? Comparte tu ejemplo en los comentarios o a través de las redes sociales de Terai Cosmética.